viernes, 25 de marzo de 2011

¿Qué es producción de textos?

Por: Hernan Lauracio Ticona

En esta ocasión analizaremos y reflexionaremos brevemente sobre las nociones y prácticas de producción de textos, concretamente a partir de los escritos en las lenguas vernáculas como aimara, quechua y guaraní. Inicialmente, cabe duda que los textos (tanto los textos orales como los textos escritos) pueden estudiarse desde diferentes puntos de vista y múltiples perspectivas. Van Dijk (1997:10) anota que las diferentes disciplinas científicas (teología, jurisprudencia, lingüística, psicología, sociología, pedagogía, psiquiatría, antropología  y otras disciplinas) se ocupan en ciertos casos en el estudio de las estructuras textuales; en otros casos prestan mayor atención a las funciones o los efectos de los textos; entretanto numerosas investigaciones están orientadas a estudiar las relaciones entre las funciones y los efectos de los textos. De ahí que, el autor señalado, advierte que el análisis de las estructuras y funciones de los textos requiere un modo de proceder interdisciplinario[1]. Desde esta perspectiva, pues se analiza los textos de manera integral considerando la estructura y el uso del texto en diferentes situaciones comunicativas. Además, Massi y Merino (1999: 205) sugieren que los textos deben estudiarse desde dos puntos de vista: como producto y como proceso.
Todo texto, definido como una unidad semántica, ‘lenguaje funcional’ o lenguaje en uso’ debe ser estudiado desde dos perspectivas al mismo tiempo, como producto y como proceso. Es un producto ya que puede ser almacenado y analizado al tener una organización representable en términos semánticos. ... es también un proceso en el sentido que involucra una elección semántica continua, un movimiento a través de una red de significados potenciales, en el cual cada serie de opciones constituye un nuevo marco de referencia para otras.
Los apuntes precedentes, por un lado, dan cuenta sobre la complejidad del estudio de los textos; por otro lado, plantean ciertas advertencias y sugerencias que se deberían tomar en cuenta en los momentos de analizar los textos. En tal virtud, se debe tener en cuenta, por lo menos, dos especificaciones: la descripción y el análisis integral de los textos escritos (en los productos escritos principalmente). Como se sabe, los textos escritos son los productos más relevantes y evidenciables que exponen características particulares y generales tanto en sus estructuras textuales y lingüísticas como en sus funciones comunicativas. Desde luego, para el análisis es necesario apoyarnos en ciertas disciplinas, en esta oportunidad recurriremos a la lingüística, sociolingüística, pedagogía y la antropología. Desde la lingüística y la sociolingüística corresponderá describir las características (macro y micro estructura) y las funciones de los diferentes tipos de textos; desde la pedagogía se puntualizará la relevancia y pertinencia de los textos en los procesos de enseñanza y aprendizaje de los niños en el contexto áulico; desde la antropología corresponderá ahondar las diferencias y similitudes en cuanto a la tipología y el conocimiento de los pueblos representado en los textos (Van Dijk 1977, Jolibert 1988 y Richaudeaum 1981).
¿Qué es un texto? y ¿qué es el texto?
Según Lyons (1997: 289) a menudo se define que un texto es una secuencia de oraciones; no obstante, esa definición tiene sus deficiencias y limitaciones; porque “las unidades componentes de un texto, ya sean oraciones o no, no están simplemente ligadas entre sí en secuencia, sino que se relacionan de modo contextualmente apropiado”. Es cierto que un texto de carácter más formal[2] es una secuencia de oraciones; pero, un texto coloquial ordinario se compone de una mezcla de oraciones, fragmentos oracionales y frases hechas o locuciones. Además, el autor mencionado apunta que un texto difiere de lo que es el texto, porque, el texto es un mensaje elaborado por una o varías personas y lo que se suele denominar como textos escritos u orales son,
Compuestos deliberadamente por sus autores como un todo discreto con determinados comienzos y finales. ... se pueden dividir en unidades del texto, de modo que algunas (aunque no todas) pueden clasificarse como oraciones (del texto). Además, los textos más largos, como las novelas o las obras de teatro, se pueden dividir, en general, de modo jerárquico en unidades mayores y menores (capítulos y epígrafes, actos, escenas e intervenciones), cada una internamente cohesionada y coherente (Lyons 1997: 291).
Entonces, podemos decir que un texto es un conjunto de unidades (ya sean oraciones o no) que se relacionan de acuerdo a una situación comunicativa y no es simplemente una secuencia de oraciones; mientras que el texto (escrito u oral) es un todo cautelosamente elaborado y tiene un inicio y un final. Asimismo, Van Dick (1997: 35) escribe también que los textos poseen características fonológicas, morfológicas, sintácticas y semánticas especiales; como por ejemplo “una determinada secuencia de entonación o un acento determinado, o bien palabras y formas sintácticas que forman secuencias que también dependen de frases anteriores o posteriores”. Igualmente, menciona que en la descripción semántica dentro de la gramática, el término texto (un texto) se puede denominar también como la base del texto (el texto) que consiste en una serie de proposiciones (“el significado de una oración aislada se denomina, a grandes rasgos, una proposición; la proposición se caracteriza como algo que puede ser ‘verdadero’o ‘falso’ en una situación determinada, una oración es verdadera cuando el estado de las cosas al que ‘remite’ existe, de lo contrario es falsa”) que tiene como base una secuencia textual, pudiendo diferenciar así entre una base del texto implícita y una explícita. “La base explícita del texto es la secuencia de proposiciones de las que una parte queda implícita al ‘pronunciarlas’ (‘expresarlas’) como secuencia oracional; por el contrario, la base implícita del texto se manifiesta en su totalidad, mediante la omisión de las proposiciones ‘conocidas’, directamente como texto” (ibid: 47).
Queda claro que un texto es el conjunto de unidades (oraciones, fragmentos oracionales y frases) que forman parte del texto, éste último es un mensaje hablado o escrito organizado que surge de una necesidad comunicativa y responde a un propósito concreto, tiene características gramaticales y semánticas particulares, asimismo esta compuesto por propiedades tanto en la forma como en el contenido. Sobre este mismo tema Ducrot & Todorov (1996: 337) nos amplia lo siguiente:
El texto debe distinguirse del párrafo, unidad tipográfica de varias frases. El texto puede coincidir con una frase o con un libro entero; se define por su autonomía y por su clausura (aunque en otro sentido algunos textos no sean “cerrados”); constituye un sistema que no debe identificarse con el sistema lingüístico, sino relacionado con él: se trata de una relación a la vez de contigüidad y de semejanza. ... el texto es un sistema connotativo, ya que es segundo con respecto a otro sistema de significación (énfasis del autor).
Los mismos autores (ibid: 397) puntualizan que “el texto es definido esencialmente como productividad”; puesto que el texto[3] es la concretización de una lengua (ya sea en la forma oral o escrita) o se puede entender también como un cierto modo de funcionamiento del lenguaje, por medio de un proceso donde una persona (emisor) se expresa o se comunica con otra persona (receptor) de acuerdo a las necesidades en las diferentes situaciones comunicativas. Recordemos también, una “lengua es lengua, si se realiza en forma de producto oral o escrito y, si es producto escrito, independientemente de sí está escrito en alfabeto normal o en braille, o en morse, etc.” (Lyons 1997: 59). En tal caso, la producción escrita supone la creación del texto, con un propósito determinado; naturalmente, es también un proceso donde se planifica lo que se va escribir de acuerdo a la situación comunicativa, luego se procede a escribir y a revisar para, finalmente difundir el texto. Esto implica que la escritura textual es un procedimiento en el que se impulsa el poder y la capacidad productora en el plano del significante, en el plano semántico, en el plano gramatical y otros aspectos lingüísticos; además, pone en marcha la relación emisor – destinatario, escritura – lectura, ésta concebida como la relación de dos productividades que coinciden y al coincidir crean espacios de interacción.
Luego de las reflexiones teóricas, a continuación presentamos tres textos escritos en lenguas originarias; las misma que fueron producidos por los docentes o educadores de hablantes de las mismas lenguas. En ellos podremos constatar la concretización de cada lengua en forma escrita, las unidades y propiedades que componen cada texto; tal como señalamos en los párrafos anteriores.
En el texto se describe sobre los indicadores de dos plantas naturales; el primero refiere al Sak’ayu , y el segundo relata sobre la Q’uwa. El contenido del texto traducido al castellano sería lo siguiente: “Cuando, dentro del primer fruto del Sank’ayu las semillas son visiblemente blancas; eso significa que la papa no tendrá buenos productos, suelen decir”; “Cuando, la Q’uwa florece intensamente blanca, eso significa que la oca producirá abundantemente, suelen decir”.
El texto es un cuento que trata sobre una “Tortuguita bonita”, es una narración de algunos hechos reales y otros imaginarios. El contenido del ejemplo presentado se puede traducir de la siguiente manera: “Vivía una tortuguita en un huerto. Era muy bonita. Tenía la cabeza y las patas verdes y el caparazón negro. Entonces la dueña dijo:- iré a buscar flores. Así fue a buscar flores, encontró flores amarillas, llevaré para pintar mi tortuga dijo la muchacha dueña de la tortuga. Cuando venía de regreso vio que la tortuguita venía entre medio de las plantas. Entonces la agarró para pintarla con flores y consiguió todo tipo de flores. Así la pintó de todo tipo de colores a la tortuguita. Cuando terminó de pintarla, la dueña avisó a sus amigas. Sus amigas al ver a la tortuguita se quedaron muy impresionadas. Entonces dijeron: desde ahora la nombraremos: - Flor margarita. Así la nombraron las muchachas”.
El texto refiere al proceso de transformación del durazno a Muqunchinchi; es una descripción de las principales actividades que se realizan en dicho proceso hasta obtener un producto conservable. El texto ejemplificado se puede traducir en la siguiente manera: “Primeramente se recogen los duraznos del árbol. Posteriormente, se escogen los más tiernos y se pelan las cáscaras. Luego, se hacen resecar (los duraznos pelados) encima de algunos sacos para que no se pudran; cada cuatro días se remueve y cada día de va recogiendo; una vez que todo ya está seco se guarda en un costal”.
Los tres ejemplos presentados a simple vista muestran ciertas características particulares; como por ejemplo; cada gráfico está relacionado al mensaje del texto, la extensión del contenido obedece a cada tipo de texto. Por supuesto que la representación gráfica o la escritura de cada lengua es diferente, aunque los tres están dentro del sistema alfabético donde la ortografía consiste en un sistema de grafemas o letras y reglas ortográficas y de puntuación, además, el alfabeto puede ser modificado ligeramente de lengua a lengua (Goodman 1996: 13). Pero, básicamente podemos constatar que cada uno es producto de un lenguaje y pensamiento: el primero del aimara, el segundo del guaraní y el tercero del quechua; al mismo tiempo son mensajes cuidadosamente elaborados de modo que están expresados en frases, oraciones y párrafos. En resumen los textos presentados muestran características tanto gramaticales (fonológica y sintácticas fundamentalmente) como semánticas (significado de la serie y secuencia de proposiciones u oraciones), pero también contenidos culturales (conocimientos, valores, cosmovisión, religiosidad, etc.) de tres pueblos hoy perviven en nuestro continente.

Tipos de textos

Los textos arriba presentados exponen ciertas diferencias y similitudes en cuanto a su superestructura y macroestructura[4]; igualmente, en los diversos escritos de otras lenguas se podría evidenciar también ciertas diferencias. Estas se presentarán fundamentalmente en el contenido y en la macroescructura de los textos. Ya que, los textos representan y registran conocimientos de cierto grupo humano y elementos de una realidad particular. Aquí, cabe subrayar que entre el texto y el contexto existe una relación en ambas direcciones; por un lado, “ciertos rasgos textuales pueden expresar o incluso constituir aspectos del contexto, y por otro, la estructura del contexto determina, hasta un cierto grado, de qué rasgos deben disponer los textos para ser aceptables –como enunciados- en el texto” (Van Dick 1997: 93).
Pero también es posible identificar ciertas similitudes, generalmente en los textos de una misma tipología, donde se evidencia semejanzas en sus formas o superestructura textuales. Es decir, los textos presentan características similares en cuanto a sus esquemas tipológicos. Por ejemplo, cuando revisamos y analizamos “las adivinanzas” (tanto en castellano como en las tres lenguas originarias anteriormente mencionadas), constatamos que, ésta comúnmente presentan un título y contenido (inicio, cuerpo y cierre), además, el contenido es acompañado con un gráfico o dibujo.
Es importante recordar que las lenguas originarías (aimara, quechua y guaraní) provienen de una tradición oral[5] en donde los conocimientos fueron transmitidos a través de narraciones, canciones, proverbios, testimonios y demás expresiones verbales. Pues, en el proceso de la transferencia de lo oral a lo escritos nos damos cuenta que dichas lenguas carecen de esquemas propios para cada tipo de texto; entonces, necesariamente se acude a los esquemas tipológicos de la lengua castellana. Sin embargo, hoy se puede observar, principalmente en los espacios escolarizados, un mosaico de textos en lengua originarias; los cuales se pueden clasificar por tipos y categorías. A continuación presentamos un cuatro donde se registra la categorización correspondiente: 
 















 Referencia bibliográfica
Godenzzi Juan Carlos
1999.             Tradición oral andina: Problemas metodológicos del análisis del discurso. En: Godenzzi Juan Carlos (Compiliador). Tradición oral andina y amazonía. Métodos de análisis e interpretación de textos. Cusco: CBC – SID.

Goodman Kenneth S.
1996.             El proceso de lectura: Consideraciones a través de las lenguas y del desarrollo. En: Emilia Ferreiro y Margarita Gómez (compiladores). Nuevas perspectivas sobre los procesos de lectura y escritura. Madrid: Siglo veintiuno editores.
Jolibert Josette
1988.             Formar niños productores de textos: París: DOLMEN estudio.

Lyons John
1997.             Semántica lingüística. Una introducción. Barcelona: PAIDOS.

Quiroz Villarroel Alfredo
2000.             Gramática quechua. La Paz: Ministerio de Educación Cultura y Deportes – Unicef.

Richaudeaum Francois
1981.              Concepción y producción de manuales escolares. Guía práctica. Bogotá: SECAB – CERLAL – UNESCO.

Sánchez Miguel Emilio.
1995.             Los textos expositivos. Estrategias para mejorar su comprensión. Buenos Aires: Santillana. 

Van Dijk Teun A.
1997.             La ciencia de texto. Barcelona: PAIDÓS.

Wray D. & Lewis M.
2000.             Aprender a leer y escribir texto de información. Madrid: Morata.
  
[2] La oralidad formal, secundaría u oral escritural es una forma de comunicación oral utilizada en contextos formales como, por ejemplo, cuando se tiene que hacer una exposición en un seminario o cuando un niño tiene que hablar con e directos de la escuela. En estos contextos el uso de la lengua está regido por convenciones lingüísticas y sociales que son  diferentes a las de la convivencia familiar y coloquial. Cabe mencionar que la comunicación oral formal comparte algunas características con la comunicación escrita, porque cuando uno escribe, generalmente, usa la lengua formal (MECyD 2000: 11).
[3] “El texto siempre ha funcionado como un campo transgresivo con respecto al sistema según el cual se ha organizado nuestra percepción, nuestra gramática, nuestra metafísica y hasta nuestra ciencia: sistema según el cual un sujeto, situado en el centro de un mundo que le suministra como horizonte, aprende a describir un sentido previo de ese mundo, es decir, originario con respecto a la experiencia que se forma de él. Sistema que sería, inseparablemente, el del signo” (Ducrot & Todorov 1996: 398).
[4] “Denominaremos superestructura a las estructuras globales que caracterizan el tipo de un texto. Por lo tanto, una estructura narrativa es una superestructura, independientemente del contenido (es decir: de la macroestructura) de la narración, aun cuando veremos que las superestructuras imponen ciertas limitaciones al contenido de un texto. Para decirlo metafóricamente: una superestructura es un tipo de forma del texto, cuyo objeto, el tema, es decir: la macroestructura es el contenido del texto. Se debe comunicar, pues, el mismo suceso en diferentes ‘formas textuales’ según el texto comunicativo“ (Van Dijk 1997: 142).
[5] “Situados en el espacio particular andino, donde no ha existido un desarrollo amplio y sostenido de la escritura, nos encontramos con que la tradición de las poblaciones se vehiculiza principalmente en forma oral, tanto en quechua como en aimara. Pero sucede también que muchas veces estas formas orales de la tradición han sido ‘trasladadas’ al papel, a fin de liberarlas de ciertas condiciones contingentes y garantizarles una mayor durabilidad en el tiempo y difusión en el espacio (Godenzzi 1999: 276).
[1] “La evolución de los últimos años ha tenido a que los problemas y objetivos de los análisis de textos en las distintas disciplinas científicas mencionadas requieran un estudio integrado, precisamente en el marco de una nueva “conexión transversal” interdisciplinaria: la ciencia del texto. La tarea de la ciencia del texto consiste en describir y explicar las relaciones internas y externas de los distintos aspectos de las formas de comunicación y uso de la lengua, tal y como se analizan en las distintas disciplinas” (sic)