sábado, 2 de marzo de 2013


La crisis del Sujeto y la búsqueda del Vivir Bien o Buen Vivir


Por: Hernan Lauracio Ticona

 

En un mundo dinámico y complejo donde las creaciones humanas son cada vez más desterritorializadas y el crecimiento de la metropolitanización es insostenible, las ideas y praxis de “desarrollo - modernidad” parecieran encantar raudamente a las personas y asentarse en sus modos de vida. Esta hola de desarrollo-modernidad (ver la Tercer Ola de Alvin Toffler 1979), además de posibilitar a las personas acceder y disponer de un conjunto de ‘satisfactores’ para la satisfacción de sus ‘necesidades’ (Max Neef 1993) también genera en ellas las ansias de buscar y conseguir nuevas maneras y diferentes medios para satisfacer sus necesidades, sin medir las consecuencias humanas y naturales. Esta situación visiblemente conlleva hacia el camino de la ‘sociedad de consumo e insatisfacción perenne’.
En ciertos lugares, en el Plano de la subjetividad humana, dicho fenómeno pareciera obscurecer la imaginación de las personas y ocasionar el detrimento de sus conciencias y sus modos de vida individual y colectiva. Tal es así, la facultad de decidir y hacerse Sujeto racional (individualización – individuación – subjetivación: procesos de construcción de la existencia personal o la auto-realización) es cada vez menos activado, desarrollado y ejercitado. Muchos se desisten de ser actor de sus actos y responsables de las consecuencias, muchos se abstienen a entender - reproducir la imagen y representación ideal de sus semejantes, y en sus actividades cognitivas prescinden de la mediatización del colectivo y las posiciones de los otros miembros. Estas y otras alteraciones afectan el conocimiento y entendimiento del hombre sobre si mismo y sobre su existencia -forma de ser, además, en su relación con el mundo circundante - forma de estar (Amartya Sen 1998; John Rawls 1995; Edgar Morín 1992).
En los acontecimientos recientes observamos, a primera vista, que en algunos contextos la comunidad humana viene ingresando en un franco proceso de evolución anti-natura; la evaluación natural viene siendo paulatinamente desplazada por evolución artificial. Esta afirmación puede que para algunos sean simples apreciaciones románticas, anti-darwineanas o hasta fatalistas. Pero lo cierto es que en pocos años estas personas han sido capaces de erradicar las enfermedades modificando su genética, descubrir drogas para potenciar sus habilidades, vivir más años que sus antepasados, la lista continuaría pero lo más sorprendente es que recientemente (noviembre 2010) logran producir y capturar las primeras partículas de antimateria (átomos de antihidrógeno). Esto demuestra que hoy están envueltas en una encrucijada material e inmaterial, y el mundo parece avanzar pero también hundirse bajo sus pasos.
Recordemos también que en la civilización occidental, cuando el hombre logra dominar la naturaleza en forma activa, en un primer momento era limitada, pero con la llegada de la época industrial sustituyó la energía animal y la humana por la energía mecánica y después por la nuclear; intentó e intenta sustituir la mente humana por la computadora; cree que encontró y logró una producción ilimitada, cree que la técnica lo haría Omnipotente; que la ciencia lo volvería omnisciente. Está en el camino de volverse dios, se considera un ser supremo que conseguiría crear un segundo mundo, usando el mundo natural tan sólo como bloques de construcción para la nueva creación (cf. Erik Fromm 2007).
Aquí, cabe preguntarnos: si ese hombre ha logrado tanto, en tan poco tiempo ¿qué puede suceder en el futuro? Posiblemente, siga conquistando más allá de fronteras (principalmente las galácticas), se haga inmune a más enfermedades, viva más y sea más inteligente y fuerte, siga creando productos cada vez más sofisticado y usarlos como parte de su cuerpo (una muestra de ello es el primer “cyborg” – hombre cibernético)… Pero también, se le avizora un futuro marcado por la incertidumbre; en ciertos momentos visualiza un porvenir esperanzador, encantador, exuberante, casi real… pero en otro momento, ese destino se le torna in-esperanzador, desencantador, de penuria, artificial…
En la realidad, también constatamos que en ciertos lugares cada día la vida de las personas se agudiza. Aún más en un mundo donde predomina el paradigma y pensamiento económico ortodoxo, que en su realización a unos los convierten en opulentos y a otros en indigentes. No cabe duda que estos hechos abonan al debilitamiento de la convivencia de las personas y su proceso de construcción como sujetos. Por ello, en este transitar de la existencia terrenal, es oportuno y necesario detenernos unos momentos para examinar nuestras conciencias y mirar críticamente nuestros comportamientos y hechos individuales y colectivos.
Aunque, en los años 399 antes de Cristo,  el protofilósofo ateniense Sócrates, ya decía que “La vida no sometida a examen no es digna de ser vivida para un ser humano”[1]. Con estas palabras, exhortaba a los atenienses a no preocuparse únicamente por los bienes materiales, por la mente, por la verdad o por la virtud; si no también interesarse por saber cuáles de estos valores eran realmente importantes para la vida; para ello primeramente tenían que examinarlo, si no se examinaba la vida se constituía en una simple rutina de acciones automáticas que sucedía de manera mecánica sin sentido ni esperanzas ni deseos, y así se perdía la trascendencia de la vida humana.
Por su parte, los aimaras en ciertas ocasiones suelen expresar: Jaqiki jaqixa chuymanïtasata Jaqïtanxa - La conciencia de la conciencia nos hace humanos. Con la expresión de este proverbio metafórico recuerdan a la persona de cuan importante es el conocimiento sobre si mismo – conciencia de su propia existencia y de la existencia de los otros seres del mundo circundante (dimensión gnoseológica). Además, con esta manifestación verbal censuran los actos y comportamientos inoportunos o el uso de términos inapropiadas que afectan al “Yo – Otro” y la convivencia armónica (entre las comunidades: humana – deidades - natural), al mismo tiempo, subliminalmente invitan a los trasgresores de los valores a reflexionar y corregir sus actuaciones y tomar conciencia de sus actos y de actos de los otros (dimensión axiológica). También, con el solo expresar dichas palabras están cautelando e interviniendo en la construcción del Jaqi[2], en su desenvolvimiento y transcendencia (dimensión praxiológica). De este modo, tratan de que la vida armónica e integral sea cultivada, resguardada y perpetuada.
En resumidas palabras podemos indicar que las experiencias y preocupaciones de los hombres por su bienestar, estar bien, vivir bien o buen vivir fueron siempre búsquedas constantes en los diversos tiempos y espacios; en ciertos lugares como reflexiones ontológicas de los pensadores; y en otros como una praxis colectiva. Pero en esos procesos de búsqueda, en ciertas zonas los hombres tuvieron ilusiones cada vez más grandes, así como: dominar la naturaleza, mayor abundancia material, felicidad para el mayor número de personas, libertad personal plena; entre muchas otras. Guiados por estas y otras ideas futuristas hicieron el esfuerzo para poder situarse por encima de los otros elementos de la naturaleza (antropocéntrico), disponer de los bienes y recursos para su máximo placer o satisfacción de todo deseo o necesidad material o subjetiva (hedonismo radical); vivir según sus propios deseos sobrepasando los límites y reglas definidas por la colectividad (libertino y libertinaje); y otros modos de vida descritas en los párrafos anteriores.
A modo de concluir esta breve reflexión podemos reafirmar que el ser humano, al igual que otros seres vivos animados e inanimados, es parte de un complejo sistema donde sus componentes están estrechamente interrelacionados y que mantienen una interdependencia natural. Por lo tanto, el hombre no puede estar fuera de la naturaleza ni formar un todo o pretender ser el centro del cosmos, ya que es un solo eslabón de una larga cadena. No puede seguir viviendo guiado por aquella concepción de desarrollo donde todo gira en torno al crecimiento económico y el interés únicamente de los humanos; y que, el factor principal de la felicidad es el dinero, no sólo para la satisfacción de las necesidades fundamentales,  sino mucho más que eso, adquirir y consumir ilimitadamente para satisfacer nuevas necesidades creadas por el mercado y la publicidad; esto definitivamente perturba la trascendencia del ser humano.
En el proceso de la búsqueda de vivir bien o buen vivir, a estas alturas del tiempo, es de sustancial importancia comprender que la construcción del Sujeto es un proceso individual, social y natural. Ello implica, además de otros aprendizajes, la capacidad de plantearse racionalmente objetivos, obligaciones, fidelidades, y una determinada concepción del bien; para así constituirse en un sujeto responsable. La faceta de ser Sujeto es de suma importancia para todo los hombres; porque le permite ejercer  autonomía (interrelación – interdependencia – autodeterminación); la cual se expresa en la capacidad de tomar decisiones y elegir por uno mismo las características básicas de la existencia personal (libertad) y sin alterar la armonía y el equilibrio social y natural.
Ya que, el vivir bien o buen vivir implica el acceso y disfrute de los bienes materiales en armonía con la naturaleza y las personas. Es la dimensión humana de la realización objetiva (objetivación), afectiva y espiritual (subjetivación). Las personas no viven aisladas sino en familia y en un entorno social y de la naturaleza. No se puede Vivir Bien si los demás viven mal o si se daña la naturaleza. En otras palabras, la convivencia entre las personas y con la Madre Tierra tiene un fuerte componente ético y espiritualidad. Lo central del desarrollo para vivir y convivir bien no puede seguir siendo sólo lo económico ni menos el crecimiento y el lucro sino el equilibrio entre los elemento que componen el sistema social-natural-cósmico.
Finalmente, los hombres somos solo un lapso de tiempo en un cosmos infinito (espacio), que seguramente seguiremos avanzando y creciendo hasta que una ley demuestre lo contrario de esta evolución. Somos perecederos, finitos, y solo tenemos una oportunidad para vivir esta experiencia que llamamos vida terrenal, una experiencia que será más fascinante si la realizamos con gozo, respeto de si mismo y de los otros, pero fundamentalmente mantengamos la armonía interna y del mundo circundante; así estaremos en el camino del suma qamaña, allin kawsay....


[1] "Pero, Sócrates, una vez que hayas salido de aquí, ¿No serás capaz de vivir callado y en calma? ", Sócrates afirma: "es un gran bien para un ser humano precisamente el poder conversar cada día acerca de la virtud y de los demás temas sobre los cuales ustedes me oyen dialogar, examinándome a mí mismo y a otros … la vida no sometida a examen no es digna de ser vivida para un ser humano" (Apología de Sócrates No 38ª; escrito por Platón)
[2] Jaqi: en el lenguaje castellano es sustantivo, es verbo y es adjetivo; en el lenguaje aimara, por Jaqi; se entiende como un sujeto – persona; pero, también es concebido como la vida, vida complementaria, vida afectiva, vida espiritual; igualmente, el Jaqi es el medio en que se complementan (o es el espacio de encuentro entre) los opuestos - la pareja: mujer y varón. Jaqi también es la Tama, es el Ayllu, es la Marka. Jaqi es el Ser, es la conciencia de la conciencia, es el modelo y la plenitud de vida y la calidad e integralidad humana. 

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