La crisis del Sujeto y la búsqueda del Vivir Bien o Buen Vivir
Por: Hernan Lauracio Ticona
En un mundo dinámico y
complejo donde las creaciones humanas son cada vez más desterritorializadas y
el crecimiento de la metropolitanización es insostenible, las ideas y praxis de
“desarrollo - modernidad” parecieran encantar raudamente a las personas y asentarse
en sus modos de vida. Esta hola de desarrollo-modernidad (ver la Tercer Ola de
Alvin Toffler 1979), además de posibilitar a las personas acceder y disponer de un
conjunto de ‘satisfactores’ para la satisfacción de sus ‘necesidades’ (Max Neef
1993) también genera en ellas las ansias de buscar y conseguir nuevas maneras y
diferentes medios para satisfacer sus necesidades, sin medir las consecuencias
humanas y naturales. Esta situación visiblemente conlleva hacia el camino de la
‘sociedad de consumo e insatisfacción perenne’.
En ciertos lugares, en el
Plano de la subjetividad humana, dicho fenómeno pareciera obscurecer la
imaginación de las personas y ocasionar el detrimento de sus conciencias y sus
modos de vida individual y colectiva. Tal es así, la facultad de decidir y
hacerse Sujeto racional (individualización – individuación – subjetivación:
procesos de construcción de la existencia personal o la auto-realización) es
cada vez menos activado, desarrollado y ejercitado. Muchos se desisten de ser
actor de sus actos y responsables de las consecuencias, muchos se abstienen a
entender - reproducir la imagen y representación ideal de sus semejantes, y en
sus actividades cognitivas prescinden de la mediatización del colectivo y las
posiciones de los otros miembros. Estas y otras alteraciones afectan el
conocimiento y entendimiento del hombre sobre si mismo y sobre su existencia -forma de ser, además, en su relación con
el mundo circundante - forma de estar
(Amartya Sen 1998; John Rawls 1995; Edgar Morín 1992).
En los acontecimientos recientes
observamos, a primera vista, que en algunos contextos la comunidad humana viene
ingresando en un franco proceso de evolución anti-natura; la evaluación natural
viene siendo paulatinamente desplazada por evolución artificial. Esta afirmación
puede que para algunos sean simples apreciaciones románticas, anti-darwineanas
o hasta fatalistas. Pero lo cierto es que en pocos años estas personas han sido
capaces de erradicar las enfermedades modificando su genética, descubrir drogas
para potenciar sus habilidades, vivir más años que sus antepasados, la lista
continuaría pero lo más sorprendente es que recientemente (noviembre 2010)
logran producir y capturar las primeras partículas de antimateria (átomos de antihidrógeno).
Esto demuestra que hoy están envueltas en una encrucijada material e inmaterial,
y el mundo parece avanzar pero también hundirse bajo sus pasos.
Recordemos también que en
la civilización occidental, cuando el hombre logra dominar la naturaleza en
forma activa, en un primer momento era limitada, pero con la llegada de la
época industrial sustituyó la energía animal y la humana por la energía
mecánica y después por la nuclear; intentó e intenta sustituir la mente humana
por la computadora; cree que encontró y logró una producción ilimitada, cree que
la técnica lo haría Omnipotente; que la ciencia lo volvería omnisciente. Está en
el camino de volverse dios, se considera un ser supremo que conseguiría crear
un segundo mundo, usando el mundo natural tan sólo como bloques de construcción
para la nueva creación (cf. Erik Fromm 2007).
Aquí, cabe preguntarnos: si
ese hombre ha logrado tanto, en tan poco tiempo ¿qué puede suceder en el futuro?
Posiblemente, siga conquistando más allá de fronteras (principalmente las
galácticas), se haga inmune a más enfermedades, viva más y sea más inteligente
y fuerte, siga creando productos cada vez más sofisticado y usarlos como parte
de su cuerpo (una muestra de ello es el primer “cyborg” – hombre cibernético)… Pero
también, se le avizora un futuro marcado por la incertidumbre; en ciertos
momentos visualiza un porvenir esperanzador, encantador, exuberante, casi real…
pero en otro momento, ese destino se le torna in-esperanzador, desencantador, de
penuria, artificial…
En la realidad, también constatamos
que en ciertos lugares cada día la vida de las personas se agudiza. Aún más en
un mundo donde predomina el paradigma y pensamiento económico ortodoxo, que en
su realización a unos los convierten en opulentos y a otros en indigentes. No
cabe duda que estos hechos abonan al debilitamiento de la convivencia de las
personas y su proceso de construcción como sujetos. Por ello, en este transitar
de la existencia terrenal, es oportuno y necesario detenernos unos momentos
para examinar nuestras conciencias y mirar críticamente nuestros comportamientos
y hechos individuales y colectivos.
Aunque, en los años 399
antes de Cristo, el protofilósofo
ateniense Sócrates, ya decía que “La vida no sometida a examen no es digna de
ser vivida para un ser humano”[1].
Con estas palabras, exhortaba a los atenienses a no preocuparse únicamente por
los bienes materiales, por la mente, por la verdad o por la virtud; si no
también interesarse por saber cuáles de estos valores eran realmente
importantes para la vida; para ello primeramente tenían que examinarlo, si no se
examinaba la vida se constituía en una simple rutina de acciones automáticas
que sucedía de manera mecánica sin sentido ni esperanzas ni deseos, y así se perdía
la trascendencia de la vida humana.
Por su parte, los aimaras en
ciertas ocasiones suelen expresar: Jaqiki
jaqixa chuymanïtasata Jaqïtanxa - La conciencia de la conciencia nos hace
humanos. Con la expresión de este proverbio metafórico recuerdan a la persona de
cuan importante es el conocimiento sobre si mismo – conciencia de su propia
existencia y de la existencia de los otros seres del mundo circundante
(dimensión gnoseológica). Además, con esta manifestación verbal censuran los
actos y comportamientos inoportunos o el uso de términos inapropiadas que
afectan al “Yo – Otro” y la convivencia armónica (entre las comunidades: humana
– deidades - natural), al mismo tiempo, subliminalmente invitan a los
trasgresores de los valores a reflexionar y corregir sus actuaciones y tomar
conciencia de sus actos y de actos de los otros (dimensión axiológica). También,
con el solo expresar dichas palabras están cautelando e interviniendo en la construcción
del Jaqi[2],
en su desenvolvimiento y transcendencia (dimensión praxiológica). De este modo,
tratan de que la vida armónica e integral sea cultivada, resguardada y
perpetuada.
En resumidas palabras podemos
indicar que las experiencias y preocupaciones de los hombres por su bienestar,
estar bien, vivir bien o buen vivir fueron siempre búsquedas constantes en los
diversos tiempos y espacios; en ciertos lugares como reflexiones ontológicas de
los pensadores; y en otros como una praxis colectiva. Pero en esos procesos de
búsqueda, en ciertas zonas los hombres tuvieron ilusiones cada vez más grandes,
así como: dominar la naturaleza, mayor abundancia material, felicidad para el
mayor número de personas, libertad personal plena; entre muchas otras. Guiados
por estas y otras ideas futuristas hicieron el esfuerzo para poder situarse por
encima de los otros elementos de la naturaleza (antropocéntrico), disponer de los
bienes y recursos para su máximo placer o satisfacción de todo deseo o
necesidad material o subjetiva (hedonismo radical); vivir según sus propios
deseos sobrepasando los límites y reglas definidas por la colectividad
(libertino y libertinaje); y otros modos de vida descritas en los párrafos
anteriores.
A modo de concluir esta
breve reflexión podemos reafirmar que el ser humano, al igual que otros seres
vivos animados e inanimados, es parte de un complejo sistema donde sus
componentes están estrechamente interrelacionados y que mantienen una
interdependencia natural. Por lo tanto, el hombre no puede estar fuera de la
naturaleza ni formar un todo o pretender ser el centro del cosmos, ya que es un
solo eslabón de una larga cadena. No puede seguir viviendo guiado por aquella concepción
de desarrollo donde todo gira en torno al crecimiento económico y el interés únicamente
de los humanos; y que, el factor principal de la felicidad es el dinero, no
sólo para la satisfacción de las necesidades fundamentales, sino mucho más que eso, adquirir y consumir ilimitadamente
para satisfacer nuevas necesidades creadas por el mercado y la publicidad; esto
definitivamente perturba la trascendencia del ser humano.
En el proceso de la búsqueda
de vivir bien o buen vivir, a estas alturas del tiempo, es de sustancial importancia comprender que la construcción del
Sujeto es un proceso individual, social y natural. Ello implica, además de
otros aprendizajes, la capacidad de plantearse racionalmente objetivos,
obligaciones, fidelidades, y una determinada concepción del bien; para así constituirse
en un sujeto responsable. La faceta de ser Sujeto es de suma importancia para todo los hombres; porque le permite ejercer autonomía (interrelación – interdependencia – autodeterminación); la cual se
expresa en la capacidad de tomar decisiones y elegir por uno mismo las
características básicas de la existencia personal (libertad) y sin alterar la armonía y el
equilibrio social y natural.
Ya que, el vivir bien o buen vivir
implica el acceso y disfrute de los bienes materiales en armonía con la
naturaleza y las personas. Es la dimensión humana de la realización objetiva (objetivación), afectiva y
espiritual (subjetivación). Las personas no viven aisladas sino en familia y en un entorno
social y de la naturaleza. No se puede Vivir Bien si los demás viven mal o si
se daña la naturaleza. En otras palabras, la convivencia entre las personas y
con la Madre Tierra tiene un fuerte componente ético y espiritualidad. Lo
central del desarrollo para vivir y convivir bien no puede seguir siendo sólo
lo económico ni menos el crecimiento y el lucro sino el equilibrio entre los
elemento que componen el sistema social-natural-cósmico.
Finalmente, los hombres somos
solo un lapso de tiempo en un cosmos infinito (espacio), que seguramente seguiremos
avanzando y creciendo hasta que una ley demuestre lo contrario de esta
evolución. Somos perecederos, finitos, y solo tenemos una oportunidad para
vivir esta experiencia que llamamos vida terrenal, una experiencia que será más
fascinante si la realizamos con gozo, respeto de si mismo y de los otros, pero fundamentalmente mantengamos la armonía interna y del mundo circundante; así estaremos en el camino del suma qamaña, allin kawsay....
[1]
"Pero, Sócrates, una vez que hayas
salido de aquí, ¿No serás capaz de vivir callado y en calma? ", Sócrates
afirma: "es un gran bien para un ser humano precisamente el poder
conversar cada día acerca de la virtud y de los demás temas sobre los cuales
ustedes me oyen dialogar, examinándome a mí mismo y a otros … la vida no
sometida a examen no es digna de ser vivida para un ser humano" (Apología
de Sócrates No 38ª; escrito por Platón)
[2]
Jaqi: en el lenguaje castellano es
sustantivo, es verbo y es adjetivo; en el lenguaje aimara, por Jaqi; se entiende como un sujeto –
persona; pero, también es concebido como la vida, vida complementaria, vida
afectiva, vida espiritual; igualmente, el Jaqi
es el medio en que se complementan (o es el espacio de encuentro entre) los
opuestos - la pareja: mujer y varón. Jaqi
también es la Tama, es el Ayllu, es la Marka. Jaqi es el Ser, es
la conciencia de la conciencia, es el modelo y la plenitud de vida y la calidad
e integralidad humana.
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